El “vamos por todo” ¿es cancerígeno?
Claro:
alguno pensará “Alejandro enloqueció”. O que finalmente las consecuencias de mi
ataque de hace tres largos años terminaron haciendo mella en mi intelecto.
Bueno, yo no soy quien para negarlo –seguramente un estudio psiquiátrico pueda
determinar esto-. Pero lo que viene sucediendo en el país en los últimos
tiempos (fundamentalmente semanas) me hizo recordar una lectura que se ajusta
perfectamente al título como piezas adyacentes de un rompecabezas.
En el conocido libro “La enfermedad como camino” del psicólogo
Thorwald Dethlefsen y el
psicoterapeuta Rüdiger Dahlke, ambos alemanes, se describen infinidad de
enfermedades y sus orígenes ocultos en el interior de nuestra psiquis y nuestro
espíritu. Es muy didáctico y con muchas analogías de modo de comprender
fácilmente. Vamos al grano.
En el capítulo dedicado al cáncer,
podemos leer:
“Para
comprender el cáncer hay que dominar el pensamiento analógico.
Tenemos
que tomar conciencia de la circunstancia de que todo lo que nosotros percibimos
o definimos como unidad (una unidad entre unidades) es, por un lado, parte de
una unidad mayor y, por otro lado, está compuesta por otras muchas unidades.
Por ejemplo, un bosque (como unidad definida) es, por un lado, parte de una
unidad mayor, «paisaje», y, por otro, está compuesto por muchos «árboles»
(unidades menores). Lo mismo puede decirse de «un árbol». Es parte
del bosque y, a su vez, se compone de tronco, raíces y copas.
El tronco
es al árbol lo que el árbol es al bosque o el bosque al paisaje.
Un ser
humano es parte de la Humanidad y está compuesto de órganos que, a su vez, se
componen de muchas células. La Humanidad espera del individuo que se comporte
de la manera más adecuada para el desarrollo y supervivencia de la especie. El
ser humano espera de sus órganos que funcionen de la manera mejor para asegurar
su supervivencia. El órgano espera de sus células que cumplan con su cometido
tal como exige la supervivencia del órgano.
En esa
jerarquía que aún podría prolongarse hacia uno y otro lado, cada unidad
individual (célula, órgano, individuo) está siempre en conflicto entre la vida
propia personal y la supeditación a los intereses de la unidad superior.
Cada
organización compleja (Humanidad, Estado, órgano) se basa para su buen funcionamiento
en que la mayoría de las partes se sometan a la idea común y la sirvan.
Normalmente, todo sistema soporta la separación de algunos de sus miembros sin
peligro para la totalidad. Pero existe un límite y, si éste es superado, el
conjunto corre peligro.
Un Estado
puede apartar a unos cuantos ciudadanos que no trabajen, que tengan un
comportamiento antisocial o que combatan al Estado. Pero, cuando este grupo que
no se identifica con los objetivos del Estado crece y alcanza una magnitud
determinada, constituye un peligro para el todo y, si llega a conseguir la
superioridad, puede poner en peligro la existencia del todo. Desde luego, el
Estado tratará durante mucho tiempo de protegerse contra este crecimiento y de
defender su propia existencia, pero cuando estos intentos fracasen su caída es
segura. La mejor política consiste en atraer a los grupitos de ciudadanos
disidentes a los objetivos del bien común, proporcionándoles buenos incentivos.
A la larga, la represión violenta o la expulsión casi nunca tienen éxito sino
que favorecen el caos. Desde el punto de vista del Estado, las fuerzas
opositoras son enemigos peligrosos que no tienen más objetivo que destruir el
orden y propagar el caos.
Esta
visión es correcta, pero sólo desde este punto de vista. Si preguntáramos a los
insurgentes oiríamos otros argumentos no menos correctos, desde su punto de
vista. Lo cierto es que ellos no se identifican con los objetivos y conceptos
de su Estado sino que propugnan sus propias ideas e intereses que quieren ver
realizados. El Estado quiere obediencia y los grupos quieren libertad para
realizar sus propias ideas. Se puede comprender a unos y otros, pero no es
fácil dar gusto a ambos al mismo tiempo sin hacer sacrificios.
No se
trata aquí de desarrollar teorías ni de exponer creencias sociopolíticas sino
de describir el proceso del cáncer en otro plano, a fin de ensanchar un poco el
ángulo desde el que suele contemplarse. El cáncer no es un hecho aislado que se
presenta únicamente bajo las formas así denominadas sino un proceso muy
diferenciado e inteligente que debería ocupar a los seres humanos en todos los
planos. En casi todas las demás enfermedades sentimos cómo el cuerpo combate,
con las medidas adecuadas, una anomalía que amenaza una función. Si lo
consigue, hablamos de curación (que puede ser completa o no). Si no lo consigue
y sucumbe en el intento, es la muerte.
Pero con
el cáncer experimentamos algo totalmente distinto: el cuerpo ve cómo sus
células, cada vez en mayor número, alteran su comportamiento y, mediante una
activa división, inician un proceso que en sí no conduce a ningún fin y que
únicamente encuentra sus límites en el
agotamiento del anfitrión (terreno nutricio). La célula cancerosa no es,
como por ejemplo los bacilos, los virus o las toxinas, algo que viene de fuera
a atacar el organismo sino que es una célula que hasta ahora realizaba su
actividad al servicio de su órgano y, por consiguiente, al servicio del
organismo en su conjunto, a fin de que éste tuviera las mejores posibilidades
de supervivencia. Pero, de pronto, la célula cambia de opinión y deja de
identificarse con la comunidad. Empieza a desarrollar objetivos propios y a
perseguirlos con ahínco. Da por terminada la actividad al servicio de un órgano
determinado y pone por encima de todo la propia multiplicación. Ya no se
comporta como miembro de un ser multicelular sino que retrocede a una etapa
anterior de vida unicelular. Se da de baja de su asociación celular y con una
multiplicación caótica, se extiende rápida e implacablemente, cruzando todas
las fronteras morfológicas (infiltración) y estableciendo puestos estratégicos
(metástasis). Utiliza la comunidad celular, de la que se ha desprendido, para
su propia alimentación. El crecimiento y multiplicación de las células
cancerosas es tan rápido que a veces los vasos sanguíneos no dan abasto para
alimentarlas. En tal caso, las células cancerosas prescinden de la oxigenación
y pasan a la forma de vida más primitiva de la fermentación. La respiración
depende de la comunidad (intercambio) mientras que la fermentación puede
realizarla cada célula por sí sola.
Esta
triunfal proliferación de las células cancerosas termina cuando ha consumido
literalmente a la persona a la que ha convertido en su suelo nutricio.
Llega un momento en el que la célula cancerosa
sucumbe a los problemas de abastecimiento. Hasta
este momento, prospera.
Queda la
pregunta de por qué la que fuera excelente célula hace todas estas cosas. Su
motivación debería ser fácil de explicar. En su calidad de miembro obediente
del individuo multicelular sólo tenía que realizar una actividad prescrita que
era útil al multicelular para su supervivencia. Era una de tantas células que
tenía que realizar un trabajo poco atractivo «por cuenta ajena». Y lo hizo
durante mucho tiempo. Pero, en un momento dado el organismo perdió su atractivo
como marco para el propio desarrollo de la célula. Un unicelular es libre e
independiente, puede hacer lo que quiera, y con su facultad de multiplicación,
puede hacerse inmortal. En su calidad de miembro de un organismo multicelular,
la célula era mortal y esclava. ¿Tan raro es que la célula recuerde su libertad
de antaño y regrese a la existencia unicelular, a fin de conquistar por sí
misma la inmortalidad? Somete a la comunidad a sus propios intereses y, con implacable
perseverancia, empieza a labrarse un futuro de libertad.
Es un
proceso próspero cuyo defecto no se descubre hasta que ya es tarde, es decir,
cuando uno se da cuenta de que el sacrificio del otro y su utilización como
tierra nutricia acarrea también la propia muerte. El comportamiento de la
célula cancerosa es satisfactorio únicamente mientras vive el casero, su final
significa también el fin del desarrollo del cáncer.
Aquí
reside el pequeño pero trascendental error en el concepto de la realización de
la libertad y la inmortalidad. Uno se
retira de la antigua comunidad y no se da cuenta de que la necesita hasta que
ya es tarde. Al ser humano no le hace gracia dar su vida por la vida de la
célula cancerosa, pero la célula del cuerpo tampoco daba su vida con gusto por
el ser humano. La célula cancerosa tiene argumentos tan buenos como los del ser
humano, sólo que su punto de vista es otro. Ambos quieren vivir y hacer
realidad sus ansias de libertad. Ambos están dispuestos a sacrificar al otro
para conseguirlo. En el «ejemplo del Estado» ocurría algo parecido. El Estado
quiere vivir y hacer realidad su ideología, un par de disidentes también
quieren vivir y hacer realidad sus ideas. En un principio, el Estado trata de
eliminar a los disidentes. Si no lo consigue, los revolucionarios sacrifican al
Estado. Ninguna de las partes tiene piedad. El individuo extirpa, irradia y
envenena las células cancerosas mientras puede, pero si ganan ellas aniquilan
al cuerpo. Es el eterno conflicto de la Naturaleza: comer o ser comido.
…
Nuestra
época está caracterizada por la expansión implacable y la persecución de los
propios intereses. En la vida política, económica, religiosa y privada, el ser humano trata de extender sus
propios objetivos e intereses sin miramientos sobre las fronteras (morfología),
establecer puestos estratégicos para favorecer sus intereses (metástasis) y
hacer prevalecer exclusivamente sus ideas y objetivos utilizando a todos los
demás en beneficio propio (parasitismo).”
Creo que
la explicación es harto clara y que las comparaciones también. Intentar ir en
contra de la Constitución Nacional para que este Gobierno unicelular (la
Presidencia) sea eterno, es idéntico a lo descripto.
Atentar
contra la libertad de expresión poniendo medios propios, otorgándoles a ellos
toda la propaganda oficial, acometer contra la prensa libre diciendo todo el
tiempo que miente (hasta que sale a la luz que lo publicado era cierto) y
quitarles de guapo la publicidad de comercios minoristas (supermercados y
electrodomésticos) que configuran los ingresos mayoritarios de esos medios es
asfixiarlos financieramente para acallarlos. Y expropiar Papel Prensa, como
intentarán ahora, es el fin de la prensa gráfica libre. En todo esto, y mucho
más, se ve el no respeto a la morfología.
Embestir
contra la Justicia (único poder contramayoritario para compensar que el poder
político no se extralimite) intentando que sus jueces sean elegidos por el
pueblo en las boletas de los partidos políticos y que ello solo puedan
concretarlo los partidos que tienen presencia en 18 de los 24 distritos del
país (solo el oficialismo cumple el requisito) es convertir a la República en un
despotismo. Avanzar, como el cáncer, sobre todo lo que hay para seguir haciendo
lo que el unicelular desea y que nadie se le oponga. Eso es metástasis.
Como
también lo es intentar pesificar la economía porque quien tiene dólares es un
corrupto e imponer un cepo cambiario que ya lleva casi dos años –lo que no
permite trabajar a muchos rubros como el inmobiliario, la construcción, el
turismo y hasta la industria y el comercio que ven cómo se cierran las filiales
de compañías del exterior por no poder girar sus dividendos- y ahora intentar
quedarse con los dólares que están en el exterior de evasores argentinos sin
decir nada y olvidándose de lo antipatriota de tener dólares y que es corrupto
tener dinero en negro, además de una contradicción es muestra de la falta de
abastecimiento que el Gobierno está teniendo. Ya se consumieron múltiples cajas
(AFJP, Anses, las reservas del B.C.R.A., la expropiación de YPF, Aerolíneas,
AySA y hasta Ciccone), muestras más que evidentes del agotamiento de los
recursos (desabastecimiento). Y
siguen los ejemplos, como la Aduana cerrada, el desabastecimiento energético,
etc. etc.…
Como dice
el libro, la falta de estrategia del cáncer es que en su afán de “comer”
termina matando al anfitrión que lo aloja. Lo mismo va a pasar con el “vamos
por todo”, que va a acabar con lo que queda de nuestro pobre país. ¿Vos qué opinás…?
3 comentarios:
Ale en primer lugar ,no hay que temerle a la Tala Indiscriminada de Ärboles, siempre hay rebrotes.
Si los Argentinos nos glorifica ser los inventores del Colectivo, el método de las Huellas Digitales, tener la calle mas larga del mundo y tantas otras que son de público conocimiento, quien te dice que pronto festejemos la droga que cura EL CANCER.
Abrazo de una célula.
Ale: Muy buena la nota y su figuracion. Es cierto y no es por creerle o no a Lanata o al que trate de mostrarnos lo que sucede...es que ya es todo tan evidente que al salir a la calle ya nos damos cuenta de cuan asi es y....lo mas dificil de entender es que, aun hay gente que no lo puede ver. Pregunto yo...Que mas hace falta para que logren abrir los ojos, esos que dicen lo contrario? Es algo asi como la cancion de Bob Dylan Soplando en el viento:...Cuantas veces mas la bala de un cañon debera golpear para que sea finalmente oida?...o estaremos simplemente soplando, esterilmente en el viento? Es una gran duda que me corroe.........!!!!
Sorprendente y admirable la analogía !Por mi parte quiero aportar que los valores que sostienen las Costitucioines como la nuestra y otras que la inspiraron o por el estilo, responden a un pensamiento y una visión bastante optimista de la condición humana y parece suponer que somo buenos por naturaleza y por lo tanto, dentro de estas Cartas Magna y sus poderes bien definidos y "separados" o "independientes"... unos electivos, otro no, se encuentra la mejor formula para vivir en sociedad, pero no es una verdad matemática obviamente, realmente hay que ponderar que posición filosófica hay en su origen. Lo cierto me parece es que la realidad la supera, aunque les queramos dar idealistamente un valor dogmatico porque nos parece tan lógicas, tan indiscutibles...
En la realidad el supuesto contrapeso entre los poderes es solo teórico, pero no solamente por malas intenciones sino porque es casi imposible de lograr, aunque todos celebremos los casos mundiales o resonantes en que estos mecanismos funcionaron ejemplarmente e hicieron hasta saltar gobierno, la realidad de una sociedad supera estos moldes y los máas poderosos decides normalmente la suerte de la mayoría. Poderosos significan obviamente, con más plata. Y si los que los "elegidos", no precisamentes por los que tienen máas poder, no pueden reformar nunca el Poder Judicial, puede quedar indefinidamente intocable para protejer a los poderosos que los pueden comprar, como pasó en toda la historia. Por último pregunto porque aceptamos como un dogma esas cualidades únicas que tiene el Poder Judicial, como si fueran Angeles y no seres humanos, los que lo componen.-
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