Sistemas y respetos


La Argentina se debate permanentemente y desde hace muchos años en una búsqueda de culpables a los diferentes problemas que surgen. Algunos de estos problemas se enquistan en la sociedad o en las cúpulas, otros duran un período y se desvanecen para dejar lugar a nuevos dilemas, pero todos terminan dejando la sensación de que nadie ha sido –por acción u omisión- el verdadero responsable de que ello haya pasado.
Hoy, la violencia en el fútbol parece un rompecabezas sin solución. Es verdad que no hay nada nuevo bajo el sol (Basile, un hincha de Racing, murió en la cancha de Boca cuando una bengala –casi un misil...- que cruzó todo el estadio desde la tribuna opuesta se incrustó en su cuello, hace casi 25 años...). Cierto es que en los últimos tiempos las rivalidades –por llamar de algún modo a los salvajes enfrentamientos entre barras, a veces del mismo club- han tomado un carisma inusitado que otrora no tenía.
Ayer nomás, los piquetes entorpecían no solo el paso sino también la vida de los ciudadanos que se desplazaban a sus lugares de trabajo o a sus hogares y se convertían en secuestrados en sus propios automóviles de un grupo marginal, por cierto, que utilizaba como medio de protesta al sistema el cautiverio temporal de quienes aún podían trabajar.
Un poco más atrás, los ya lejanos cacerolazos hacían saber la ira que provocaba en los ahorristas el arrebato de sus fondos –a veces fruto del trabajo de toda una vida- después de la sanción de una Ley que aseguraba exactamente lo contrario unas pocas semanas antes.
La enumeración sería muy larga, tanto en la Historia como en el presente. Y podría incluir desde acciones que perjudican a miles o millones de personas hasta actos tan individuales como trasponer la luz roja del semáforo o colarse en la cola del banco. La diferencia de que el daño involucre a más o menos gente solo agrava la cuestión, pero no cambia el concepto básico del asunto, motivo de la presente nota: no hay sistema que resista si nadie lo respeta...
Las leyes pueden estar todas escritas, pero si solo son papeles con letras, que es lo que físicamente son, el sistema no funciona. Los métodos pueden haber sido muy concienzudamente pensados, pero si nadie repara en ellos, nunca cumplirán su cometido. La autoridad puede tener muchos símbolos que la identifique, pero si nadie le confiere esa autoridad a los símbolos y a quienes los llevan, no habrá verticalidad posible.
Vivir en sociedad implica establecer pautas de convivencia que permitan desarrollar a sus integrantes de manera justa, equilibrada, con igualdad de oportunidades. Sabido es que en casi ningún lugar del mundo esto es absolutamente así, pero también es cierto que aquellas naciones que aprendieron a hacer valer sus códigos hoy gozan de una calidad de vida en cada uno de sus miembros que lejos estamos de vivenciar quienes todavía buscamos al culpable en cada uno de los innumerables problemas que un pueblo vive permanentemente. La democracia se compone de tres poderes, pero solo uno de ellos es el que reasegura que se cumplan las normas ya establecidas y las nuevas que generan los otros dos. Si ello no es así, culpables va a haber siempre, porque la misma naturaleza humana genera seres que se aprovecharán de aquello. La base de todo está allí: no hay sistema que resista si nadie lo respeta. ¿Vos qué opinás...?

2 comentarios:

Pedro Jáuregui dijo...

Alejandro: La violencia es un negocio y los clubes de fútbol la fomentan en todos los países, con la excusa que están creando sentido de pertenencia, lo cual atenta contra la dignidad humana.
Es una triste y dolorosa realidad y lo peor es que los gobiernos no quieren hacer nada por evitarla, en la mayoría de las partes.
Pedro L. Jáuregui Ávila desde Cúcuta (Colombia).

Alejandra Dening dijo...

Creo que los sistemas no funcionan porque no respetan la naturaleza humana. Siempre se concibe que lo malo no es natural, cuando en realidad sí lo es. O sea, no funcionan justamente porque son contrarios a la naturaleza. Y justamente las cosas que suceden sí son naturales a la raza humana, por eso suceden, existen.
Creo que el sistema sólo sirve para castigar a los menos favorecidos que no lo respetan y esconder a los más favorecidos que tampoco lo respetan.
En fin, creo que se trata de un cambio radical en la concepción de lo que un sistema debe ser.

Besos