Secretos y verdades


No es que la Historia haya cambiado (¿o sí? Quizás algo…). Pero es interesante observar cómo en el mundo se siguen sucediendo hechos a espaldas de la sociedad, por un lado, mientras al mismo tiempo hay quienes arriesgan más de lo que cualquier ser humano medio haría con tal de cambiar en algo para bien el mundo, sacando los trapitos al sol de lo que se intenta esconder. ¡Y vaya si lo hacen! Yo realmente creo que sí. No es que para cambiar en algo el mundo sea necesario ser un superhéroe, todos los que día a día trabajan para que alguien se sienta mejor en este planeta, para que el medio ambiente se maltrate menos, para que se descubran avances que dignifiquen la calidad de vida de la humanidad, de los animales, de la naturaleza, para que los niños se eduquen, para salvar vidas, etc., etc. lo hacen. Y pueden ser pequeñas o grandes cosas. Pero hoy me quiero referir a esos sujetos que patean el tablero contra el establishment sin importarles demasiado qué puede suceder con ellos mismos después…

En el post anterior me refería a Julian Assange y a René Pérez Joglar. El primero, en mayor medida, ha sido un verdadero audaz poniendo al mundo en estado de asombro y jaqueando al gobierno de la mayor potencia del planeta a partir de sacar a la luz documentación secreta sobre la que no me extenderé por ser ya más que conocido el caso.

Hoy tenemos otro nuevo intrépido, el “topo” Edward Snowden, un jugado consultor (ex, ya) de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA), que, a pesar de tener una vida cómoda desde lo laboral y lo económico a sus 29 años, prefirió descubrir a la Humanidad la inmensa red de espionaje del país del norte sobre su propia nación y sobre el resto del mundo en general -a lo que también he hecho mención en el último post-.

Snowden, sin pasaporte y refugiado desde hace un mes en el aeropuerto de Moscú a la espera de poder salir hacia un destino seguro (algo muy difícil que logre a pesar de haber recibido ya tres ofrecimientos de asilo político en Latinoamérica) ha conmovido al mundo y obligado a Obama a dar explicaciones sobre el asunto. No obstante, los gobiernos de muchas naciones han protestado por el tema y en nuestro país hasta la Presidente de la Nación ha dicho que “le corrió frío por la espalda” al saber que el país había sido objeto de espionaje, mientras a la vez, en la última década, la Gendarmería Nacional –por orden del Poder Ejecutivo- desplegó en el llamado “Proyecto X” un seguimiento ilegal a militantes sociales, sindicales y políticos opositores –¡el muerto se ríe del degollado!-. Obviamente, todos los gobiernos hacen espionaje, legal o ilegal, pero la olla que Snowden destapó es un verdadero escándalo que dejó mal parada internacionalmente a la administración Obama. Mientras tanto, el “topo” busca cómo seguir su vida después de denunciar al gobierno norteamericano a través de la prensa británica y de su país asegurando que "lo que están haciendo es una amenaza existencial a la democracia". Como Assange en su momento, Snowden ha pasado a ser un héroe internacional para muchos y debe urgentemente encontrar una salida a su propia vida sabiendo desde ya que los Estados Unidos lo perseguirá por siempre.

El otro caso que no quiero dejar de citar en esta nota es el del “Cardenal de Roma”, como prefiere hacerse llamar a sí mismo el Papa Francisco. Sí, Su Santidad es un verdadero tsunami que lleva cuatro meses dando palabra y ejemplo de lo que pretende que sea la Iglesia Católica, una verdadera institución nacida del Evangelio y no “una ONG piadosa” como él mismo lo describió. Desde ya que, desde la asunción de su ministerio, Jorge Bergoglio tomó los recaudos que creyó necesarios para realizar la transformación que pretende (entre ellas, quedarse a vivir en Santa Marta, un lugar mucho más “seguro” que la residencia papal). Su lenguaje directo y su predilección por una Iglesia pobre lo llevaron desde el inicio de su pontificado a una popularidad inmensa que logra colmar la Plaza de San Pedro los miércoles y domingos para escuchar sus homilías. Esa popularidad le permite a su vez disponer de un fuerte respaldo para meterse de lleno en los asuntos más escandalosos por los que debe responder la Santa Sede, como la pedofilia, los mafiosos movimientos del Banco Vaticano, el llamado “lobby gay” dentro de la Iglesia y otros temas en los que incluyó a la comisión de ocho cardenales que conformó a propósito para no ser él solo quien “ataque” los rincones más oscuros de la institución.

Las intenciones de Francisco ya han chocado de lleno con la cúpula de la curia, fundamentalmente italiana, que disfruta desde siempre de estándares de vida que no se deberían corresponder con lo que es la Iglesia fundada por Jesucristo. Ya se alzaron voces críticas acerca de que practica “populismo” y de que en sus primeros cien días poco y nada más que hablar había hecho. También están los que minimizan su audacia sosteniendo que lo único que le quedaba a la Iglesia era esta “primavera” y que nada tiene de frescura. Para mí, la verdad está en que Francisco preparó “los pertrechos” para lo que sabe que se viene: una lucha intestina entre el ala ortodoxa y acomodada de la institución y aquella que ya ha dado su apoyo a las ideas renovadoras del Papa y que intentan (como él lo propuso desde que llegó a la silla de San Pedro) salir de sus lugares e ir a misionar y evangelizar hacia las afueras en vez de esperar a la feligresía en las capillas y catedrales. Francisco sabe que una Iglesia movilizada estará alerta y se mantendrá a la expectativa de los cambios que trata de introducir, lo cual fortalecerá su posición de buena manera.

Sin embargo, creer que nuestro Pontífice argentino pueda convertirse en un Aníbal, un Napoleón o un San Martín, grandes estrategas militares, no deja de ser un error y el riesgo que corre en su afán de transformar una institución pervertida y corrompida desde hace mucho tiempo es lo suficientemente importante como para pedir, como lo hace, que recen permanentemente por él. En el fondo, los superhéroes siempre fueron de película y los de carne y hueso han terminado muchas veces siendo mártires aún cuando hayan dejado su legado. 


Como en toda la historia, los secretos siguen estando, ahora mucho más a partir de justificar el espionaje en la prevención del terrorismo, por ejemplo. También, como muchas veces a lo largo de los tiempos, ciertos seres prefieren el destierro o hasta el peligro de muerte con tal de cambiar las injusticias del mundo y los atropellos del poder. Gloria a aquellos que desafían lo que sea con tal de trocar el estado de cosas en el ideal de que este mundo se convierta, aunque sea, en algo un poquito mejor. ¿Vos qué opinás…?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por tus 100 artículos.
Un beso desde España!!
Adrián.

Pedro Jáuregui dijo...

Hola Alejandro:
A veces nos sorprende el advenimiento de personas como Julian Assange, René Pérez Joglar, Edward Snowden y el papa Francisco quienes con sus comportamientos se atreven a denunciar y enfrentar al mundo sin temor s las represalias.
Ellos no son superhéroes pero quieren despertar y sensibilizar al mundo de la postura que tienen los países todopoderos y que no podemos consentir porque no somos zombies. Ojalá que el esfuerzo no sea en vano y podamos vivir con decoro lo poco de vida que nos queda.

Ana María dijo...

Querido Ale:para mí Snowdon es un hombre común como los otros que mencionaste.Pero lo que tienen de diferente es LO ELEVEDO Y PROFUNDO DE SUS PRINCIPIOS y eso sí los hace muy diferentes al punto de parecer que no valoran la vida.En lo personal me gratifica el alma.Besos Ana.