Cien veces “¿Vos qué opinás…?”


“¡Libertad, Libertad, Libertad!” reza nuestro Himno Nacional Argentino en su segundo verso. Esa pretendida Libertad de cualquier pueblo y de cualquier ciudadano he podido tener a lo largo de estas cien primeras notas que he compartido con ustedes, y en las que hemos coincidido o disentido, como corresponde a un ámbito libre. A través de mis apuntes pude exponer mi visión de distintos aspectos de la realidad, desde algunas pocas cuestiones personales que he querido comunicar a quienes me honran con su lectura y me parecía necesario que supieran, hasta la mirada sobre diferentes situaciones locales o internacionales, tocando temas políticos, económicos, artísticos, religiosos, filosóficos que han podido –a través de vuestros comentarios- nutrirme de pensamientos afines y opuestos, lo que me ha hecho crecer a través del intercambio. Mi eterna gratitud a todos quienes leyeron y quienes opinaron en el blog a lo largo de estos años.

Y en este post Nº 100 (así, escrito con números), quiero rendir homenaje a la LIBERTAD (así, escrito con mayúsculas). Claro que, como alguna vez cité, la sola palabra parece tener miles de significados de acuerdo a quien la considera. Yo me referiré también a ella desde mi punto de vista, por supuesto. Es un momento más que preciso para acercarse al asunto, pues tanto desde el ambiente local como desde el foráneo está en el candelero…

En los años del gobierno del Dr. Alfonsín, cursé mis estudios en la vieja Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, la primera fundada en el país y con una alta calidad académica dada por profesores que entendían el Periodismo como lo que siempre fue y así lo enseñaban. Hasta hace un tiempo… Hoy, aquella escuela, ya convertida en Facultad hace años, es el búnker universitario del kirchnerismo y en sus aulas se enseña que un periodista debe ser militante, lo cual es una absoluta locura, salvo el caso del deporte donde una radio puede seguir la campaña de un equipo de fútbol o hasta puede haber un canal de un club en la grilla de los canales de cable. Pero en política, el “periodismo militante” (y enseñado desde la Facultad!) es una falacia que me hace recordar a Groucho Marx cuando bromeaba que “La inteligencia militar es una contradicción de términos”. Idéntico. Eso puede circunscribirse a un partido, a un sindicato, en forma de revista, house organ, newsletter o página web (incluidas redes sociales) pero no a los medios comunes de información –gráficos, audiovisuales o virtuales- locales, provinciales o nacionales y como única forma de Periodismo. Sin embargo, muchos están de ese lado y seguramente los alumnos egresados de esa Facultad conseguirán trabajo en los medios afines a este gobierno hasta que el mismo deje el poder. Después de eso, cuando alguien diga que se recibió en estos años en ese claustro, difícilmente consiga trabajo en un medio periodístico serio –más allá de que cualquiera diga que todos los medios tienen intereses, lo cual es tan cierto como lo es que toda la vida fue así y que los gobiernos también podían hacer mención a sus noticias a través de los medios de comunicación propios que el Estado siempre tuvo, aquí y en casi todo el mundo-. El “periodismo militante” es una barbaridad que quedó varias veces destapada, pero que sigue y seguirá teniendo vigencia mientras rija este gobierno y la Facultad de Periodismo de La Plata seguirá –como en el último tiempo- entregando el “Premio Rodolfo Walsh a la Comunicación y los Derechos Humanos” a personajes como Hugo Chávez (campeón mundial de la censura y la expropiación de medios periodísticos independientes), a Rafael Correa (subcampeón, digamos) o a la Presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, cuestionada por la Justicia por múltiples ilícitos con fondos públicos y campeona mundial también, pero de la verborragia despectiva y el insulto a quienes no considera sus amigos. En fin, ya nada es lo que era, aunque el tiempo puede volver algunas cosas a su lugar, alguna vez...

Asimismo, en el ámbito internacional, en estos días pudimos enterarnos cómo los “paladines del mundo libre” (los Estados Unidos) tienen un gobierno que ha estado espiando a sus ciudadanos en los registros de sus llamados telefónicos de la empresa Verizon y hasta de sus incursiones en la red en sitios como Microsoft, Google, Yahoo!, cuentas de mail y las redes sociales Facebook y Twitter entre otras. Es más: no solo espió a sus compatriotas sino a cibernautas de otros países, lo que trajo aparejado quejas de las naciones que se vieron involucradas. La excusa de tal ataque a la privacidad es la lucha contra el terrorismo, lo que a nadie dejó conforme. Ser espiado es una verdadera invasión a la intimidad de las personas, y lo protagonizó (y lo seguirá haciendo), insisto, el gobierno del país defensor por excelencia de un occidente libre. Vaya paradoja!

Como contrapartida, quiero destacar a dos personas que militan por un mundo libre y que en estos días se han juntado para componer un tema musical juntos. Ellos son (se los ve en la foto) Julian Assange y René “Residente” Pérez Joglar, de Calle 13, verdaderos quijotes de la Libertad.

Assange, que con su site Wikileaks permitió al mundo conocer, en más de 700.000 documentos filtrados, los más íntimos y perversos secretos que manejaba la Casablanca y desde ese momento permanece perseguido y ahora asilado en la Embajada de Ecuador en Londres, hace un año. Aún no pudo conseguir un salvoconducto para recuperar su libertad sin correr riesgo de caer en manos de la Justicia norteamericana que lo espera ansiosamente por su audacia políticamente incorrecta.

“Residente”, líder de la banda que comparte con sus hermanos, es un portorriqueño que lucha por la independencia de su país (actualmente es un estado libre asociado dependiente de los Estados Unidos) y que desde su música y su militancia ha llamado la atención en toda América Latina en causas como la educación libre y gratuita, la permanente lucha de los pueblos originarios en algunos países de la región, ha protestado contra la instalación de bases militares estadounidenses en territorio colombiano durante el gobierno de Uribe, entre otras actividades.

Esta semana, Residente viajó a Londres para componer junto a Assange una canción que formará parte del próximo álbum de Calle 13 que trata –nada más y nada menos- sobre la manipulación de los medios de comunicación, canción en la que también participará la gente en su composición a través de la red Twitter. Todo un canto a la Libertad que desde aquí destacamos y deseamos sea todo un éxito, aunque desde ya está asegurado.

Mi blog y yo, en este centésimo post, nos unimos a estos dos gladiadores en el ideal de un mundo realmente libre, informado, sin manipulación y con el libre albedrío para cada quien, como forma de expresión y de vida. Quizás, tan noble lucha algún día tenga su victoria. ¿Vos qué opinás…?

PD: Dos de las notas de este blog son de mi amigo, el periodista colombiano Pedro León Jáuregui, a quien le estoy infinitamente agradecido de haber elegido este sitio para publicar sus apuntes sobre la problemática de su Nación.

¿El quinto viaje de Colón?


Quienes estuvieron alguna vez en Buenos Aires conocen la Plaza Cristóbal Colón, situada detrás de la Casa Rosada hasta la circular Avenida de la Rábida, y que alberga un monumento al audaz marino, regalo de la comunidad italiana para conmemorar los cuatrocientos años del Descubrimiento de América. La obra –de 623 toneladas de mármol de Carrara-, que recién se instaló en 1921 y es mérito del escultor Arnaldo Zocchi, es hoy motivo de discusión acerca de si debe trasladarse (como pretende la Sra. Presidente) a Mar del Plata o debe repararse –se habla de deterioro de la misma- en el mismo lugar en que está emplazada, como quiere el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La Nación se atribuye autoridad para hacer el movimiento ya que la plaza es distrito Nacional junto a la Casa de Gobierno y porque el monumento fue un regalo “al Estado Argentino” y no a la ciudad capital. El jefe de Gobierno porteño, Ing. Mauricio Macri, tuiteó: "Si se quieren llevar el Monumento a Colón, me pregunto cuál será el próximo. ¿El de los Españoles, el Resero de Mataderos, la Flor?". Su ladero, el Jefe de Gabinete de la ciudad Horacio Rodríguez Larreta aseguró que "si dejamos que esto pase, mañana nos afanan el Obelisco". En fin, la polémica se instaló incluso con ONGs que defienden los monumentos y el patrimonio cultural capitalino, como “Basta de Demoler” y “Salvemos las estatuas” y hasta por la propia comunidad italiana local que no quiere tal mudanza y que presentaron un amparo en la Justicia; finalmente, tuvo que intervenir la jueza en lo contencioso administrativo federal, Claudia Rodríguez Vidal, dictando una medida precautelar, ordenando a la Secretaría de Presidencia de la Nación que se abstenga de “concretar cualquier acto que implique el desmantelamiento y traslado” hasta tanto, de acuerdo con el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, brinde informes sobre las tareas previstas y responda sobre los cuestionamientos efectuados por los demandantes. El tema está pendiente de resolución hasta el momento de esta nota.
El capricho en cuestión tiene que ver con la pretendida instalación en ese lugar de otro monumento, cedido por el gobierno de Bolivia, a la generala del Ejército de los Andes Juana Azurduy, por quien la Presidente siente verdadera devoción (fue ella quien le otorgó post-mórtem el grado de general), en lugar de tener tras su despacho a la figura de Colón, que parece a lo largo del tiempo ir teniendo para muchos cada vez peor imagen, alegando que fue un “genocida” de los pueblos originarios, idea de la que parece hacerse eco la primera mandataria.
La polémica está instalada, ya que en realidad no existe ninguna necesidad –más que el empeño gubernamental- de implicarle a Colón una nueva travesía en vez de restaurarlo y dejarlo en su lugar y buscar un nuevo emplazamiento para el monumento a Juana Azurduy; el periodista y escritor Mempo Giardinelli propone “erigir ese monumento en el Campo de Polo de Palermo, que es propiedad del Estado argentino y funciona bajo control del Ejército”, por ejemplo.
Asimismo, si de quedar bien con las comunidades originarias se trata, sería interesante preguntarle a algún integrante de los Qom si es más oportuno cambiar de lugar el monumento a Colón o mejorar las condiciones de vida de esa gente, hoy maltratada, con hechos reiterados de tortura y hasta de muerte o con apariciones habituales de inescrupulosos que presentan escrituras de los terrenos que ellos ocupan hace siglos y de los cuales se los quiere erradicar para utilizar el suelo con fines de lucro. Son muchas las comunidades que hoy siguen perseguidas, más allá de que nos acordemos de Colón como el gran exterminador de indígenas.
Por otra parte, una inmensa cantidad de ciudadanos argentinos tiene ascendencia europea, como la Presidenta cuyo apellido es Fernández. Creernos que somos comunidades originarias quienes descendemos de los barcos que llegaban de Europa es una gran hipocresía que los verdaderos dueños de esta tierra no creo que celebren. Lo indispensable sería que hoy los honremos y tratemos como lo que verdaderamente son.

En mi opinión, no deberían ser reemplazados ni los nombres de las calles, ni los de los paseos o los estadios, mucho menos los monumentos, por una simple razón: hay que respetar la historia, y al decir “la historia” me refiero a las generaciones anteriores que creyeron que tal placa debería honrar tal acontecimiento, que tal plaza debería llevar ese nombre y que determinado monumento debería rendir homenaje a tal persona. No es lógico voltear el pasado y aunque hoy tengamos visiones diferentes de algunos acontecimientos, lo que nuestros antepasados establecieron tendría que ser respetado porque eso también es respetarnos a nosotros mismos… 

No obstante, para ser justos y ver las dos caras de la moneda, el rigor periodístico nos debería llevar hasta la misma Plaza Colón, permitirnos traspasar sus rejas con una acreditación, subir en la grúa que hoy trabaja en el lugar, alzarnos los 20 metros del pedestal y llegar hasta el viejo marino que mira al Este para consultarlo a él sobre esta polémica movida que ha provocado su figura. Quizás nos podamos enterar de que, estando a escasos metros de la Casa Rosada, sufre el mismo síndrome de los pocos hombres de confianza que escuchan lo que dice la Presidenta y, a lo mejor, en una verdadera confesión a cara descubierta nos explique sintéticamente que a él también le pasa lo mismo que al ministro Lorenzino: “me quiero ir…”. ¿Vos qué opinás…?