Que en 2011 estén a salvo...


Llegan las fiestas, la renovación del calendario y la esperanza de concreción de sueños siempre se vigoriza en estos días de finales de un año y comienzo de otro. Es lo habitual, siempre lo ha sido, pensar que el nuevo almanaque proveerá de mejoras, de cambios, de progresos y de bienestares.

Sin embargo, este fin de año (como otros anteriores también) no presenta un entorno en el cual los deseos que todos tenemos parezcan poder cristalizarse. Pasaron los festejos por los 200 años de la Patria y nuestros próceres deben estar perplejos y arrepentidos, quizás, de tanta valentía, altruismo y coraje para que hoy, cuando todos nuestros países vecinos avanzan, nosotros sigamos retrocediendo a un ritmo vertiginoso…

Hace dos años y medio, en “A dos del bi”, terminaba mi comentario afirmando que “Perón decía que ´el año 2000 nos encontrará unidos o dominados´. El 2000 ya pasó y, a dos del ´bi´ seguimos sin encontrarnos, sin entendernos y sin unirnos.”

El tiempo sigue pasando, Discepolín sigue sentado en la plaza de San Telmo recitando su reluciente “Cambalache” y la Argentina va a la deriva y en contra del resto de las naciones, como el protagonista de “Expreso de Medianoche” en las ruedas de presos de la cárcel de Estambul.

En este contexto, los habituales deseos navideños y “findeañeros” parecen más salidos de la irrealidad de los políticos y gobernantes que tenemos que de cualquier argentino que vive cotidianamente sin saber si llega, no al año que viene, sino a esta misma noche.

Por ello, en esta nota que pone fin a las del año más duro de mi vida, por cierto, pretendo elevar mi copa sin ilusiones quinceañeras ni deseos fuera de contexto. Pretendo que todos mis lectores, los que no me leen, mi familia, mis amigos, yo y toda la gente de buena voluntad que lucha todos los días por vivir mejor, “estemos a salvo”. Nada más y nada menos que eso: que estemos a salvo: a salvo de las balas que cruzan en cualquier barrio, con o sin destino cierto; a salvo de los accidentes, producto de la inconsciencia o la desidia; a salvo de los ACV, que se convirtieron en una enfermedad de moda gracias a la pésima forma en que nos acostumbramos a vivir; a salvo de que no desaparezca ninguna criatura de nuestro entorno para vaya a saber qué fines siniestros; a salvo de una mala praxis de cualquier tipo que sea, propia de un país que dejó de tener profesionales de calidad; a salvo de cualquier asalto, salidera, entradera, secuestro o hasta asesinato “porque sí”; a salvo de que nuestros hijos vayan a bailar y vuelvan como salieron, como era hace unas décadas; a salvo de encontrarnos en la calle cara a cara con alguien a quien no le interesa ni él mismo; a salvo de tomar medicamentos adulterados, alimentos en mal estado o cualquier producto que pasa sin controles a las góndolas del súper y consumimos con la mayor inocencia; y hasta a salvo de que “okupas” invadan nuestra propiedad.

La lista puede seguirla Ud., todos sabemos los padecimientos diarios que hacen que los noticieros ya dejen de ser vistos si uno quiere seguir el día sin perturbarse demasiado…

Las marchas que piden Justicia por infinitos motivos siguen multiplicándose, en una gimnasia que ya dejó de tener sentido porque seguimos teniendo una hipócrita Democracia malherida que permite a cualquiera mostrar y reclamar por sus penas asestadas, sin recibir a cambio siquiera una contestación piadosa (aunque sí a veces se reciben promesas mentirosas).

Que en 2011 estén a salvo. Ese es mi mayor deseo hoy al levantar mi copa y brindar con cada uno de Uds., que –como yo- trabajan todo el año por mejorar nuestro lugar y nuestro mundo. Creo que no es poco. ¿Vos qué opinás…?

PD: Un gran abrazo a todos quienes me acompañaron a lo largo de estos durísimos ocho meses. Los llevo en el corazón.